Muchos de nosotros no conocemos otro sistema operativo de sobremesa que no sea Microsoft Windows, debido a que viene instalado en casi todos los ordenadores por defecto. Además, hay muchas compañías y programas como antivirus, que pagan a la marca por poner su versión gratuita o de prueba, por lo que suelen ser más baratos. Además, si una marca de ordenadores incluye otro sistema operativo que no sea de Microsft Windows, ésta deja de proporcionar su sistema si no paga una penalización. Las demandas por monopolio han sido el pan de cada día para Microsoft, pero le sigue funcionando, ya que tiene una alta cuota de mercado.
Sin embargo, con las nuevas tecnologías, smartphone y tablet, Windows ha perdido terreno, ya que la gran parte de dispositivos cuentan con sistema operativo Android o Apple, y debido a ello, la gente conoce más sistemas operativos, aunque no sean de sobremesa.
Linux es un núcleo que nació en 1991, creado por Linus Torvalds. Este núcleo se basa en Unix, que nació mucho antes, en 1969. En Unix se basa también el sistema operativo Mac OS. Todas las distribuciones se basan en el “kernel” Linux. El kernel se va actualizando poco a poco, y con las actualizaciones se añaden nuevos controladores, se optimiza el código o se mejora la velocidad.
El software libre es aquel que nos permite usarlo, modificarlo, estudiarlo, copiarlo, redistribuirlo e incluso cobrar por ello. Al contrario, el software privativo tan sólo podemos usarlo bajo las instrucciones de la compañía y suele venir con muchas limitaciones. Como el software libre tiene código abierto, cualquiera puede ver su contenido y modificarlo. Una ventaja es que es mucho más fácil reportar un error y solventarlo.
En cuanto a virus, el software libre y Linux no es una excepción, pero hay razones por las cuales no hay virus. La primera es que las distribuciones basadas en Linux se crearon con la prioridad de la seguridad y la eficiencia. Muchas acciones que realizamos requieren de nuestra contraseña de administrador, como al tratar de instalar un programa, actualizar el sistema etc.
Otra razón es que si un virus compatible con nuestro sistema se metiese en nuestro ordenador, tan sólo tendría acceso a los archivos de nuestra carpeta personal, por lo que sólo podría acceder a nuestras imágenes, vídeos, música y documentos.
Además, un virus en Linux no tiene capacidad de propagarse como en Microsoft Windows, donde con tan sólo conectar un USB infectado, se infectará el sistema.
En caso de tener un virus en Linux, podríamos detectarlo desde el monitor del sistema (administrador de tareas), y podríamos incluso matarlo. Estos virus serían reportados en pocos segundos por la comunidad libre y parcheados en poco tiempo. Debido a tanta seguridad, los creadores de infecciones no prefieren desarrollarlos para Linux.
Así que en Linux no necesitaremos antivirus, lo que nos garantiza toda la velocidad del sistema. El sistema de archivos que emplea es EXT4, un sistema que no se fragmenta, a diferencia de NTFS, empleado por Windows, que se fragmenta a medida que usemos el disco. Esto se traduce en un mantenimiento del rendimiento, pues funciona igual de rápido cada día.
Hablando de controladores (drivers), están disponibles los libres y los privativos. Los libres están desarrollados y probados por la comunidad libre. Sin embargo, los privativos están desarrollados y creados por la empresa que ha creado el producto. Se pueden elegir los controladores que queramos instalar siempre que estén disponibles los dos. Al instalar el sistema, todos los controladores se instalan por defecto, por lo que no debes tocar nada. En temas de impresoras y periféricos, estamos acostumbrados a que vengan con CD de instalación e instalar controladores desde sus páginas web. Muchas veces no terminan de funcionar o presentan problemas. Sin embargo, desde Linux, las impresoras y periféricos no se instalan, sino que se añaden. Esto hace que no afecte al sistema, y que sea mucho más rápido. Una impresora conectada por cable se añade automáticamente y está lista para imprimir en unos segundos, sin tener que tocar nada.
Las aplicaciones libres están disponibles a través del centro de software, el cual nos permite buscar todo tipo de aplicaciones, catalogadas por temas y por puntuaciones. La instalación se hace con un click, y se añade al buscador de aplicaciones. Esto lo hace más seguro, ya que se descarga e instala desde un lugar seguro, un lugar oficial, y no debemos recurrir a descargas desde terceras partes.
Existen miles de aplicaciones de todo tipo, como LibreOffice, Gimp, Mozilla Firefox etc. y se actualizan, junto al sistema, desde el gestor de actualizaciones. Esto nos permite disponer de la última versión de cada programa con tan sólo un click, sin tener que actualizar aplicación por aplicación hasta la última versión.
Además, existen aplicaciones que no están en el repositorio oficial, pero podemos añadir fácilmente para que se pueda instalar y actualizar.
La ventaja de la multitud de distribuciones disponibles es que cada usuario puede usar la que más se adapte a su gusto. Todas las distribuciones se basan en Linux, por lo que funcionan igual, pero las librerías, programas y entorno cambia. El sistema operativo más popular en el software libre es Ubuntu, desarrollado y creado por Canonical. De esta distribución se derivan muchas otras, como Kubuntu, Lubuntu, Mint etc. que cuentan con su entorno de escritorio propio.
La diversidad de sistemas también nos permite tener una distribución específica contando con la última versión. Pongamos un ejemplo, queremos un sistema operativo actual para instalar en nuestro antiguo ordenador que no cuenta con mucha potencia. En Windows deberíamos recurrir a Windows 8, pero éste funcionaría muy lento ya que no cumplimos los requisitos mínimos para su instalación. Así que tendríamos que recurrir a Windows XP, un sistema que no recibirá soporte a partir de 2014, y que está casi obsoleto.
Otro ejemplo es el siguiente: queremos un sistema operativo para el trabajo, que nos permite conectar todos los ordenadores, y que tenga la máxima seguridad y con soporte. Con Windows deberíamos recurrir a Windows 8 o 7, sin embargo, con Linux tenemos distribuciones hechas para el trabajo, como Ubuntu Landscape, Red Hat etc. contando con la máxima seguridad y hecha específicamente para dicha tarea.
A todo esto, hay que añadir que casi todas las distribuciones son gratuitas (99%), y libres, por lo que hay muchísima documentación y programas para su instalación. El instalar es muy sencillo de emplear y está hecho para todo tipo de usuarios. Además, muchas distribuciones cuentan con un modo live, que nos permite probar la distribución antes de instalarla y llevárnosla a todas partes. El instalador se ejecuta como una aplicación, lo que nos permite trabajar con el ordenador mientras se está instalando el sistema.
Por si fuera poco, tenemos la opción de instalar una distribución junto a otro sistema operativo como Windows, y arrancar desde uno o desde el otro, ya que se crean entradas para ambos sistemas. Al contrario, si instalamos Windows después de Linux, no se crean dichas entradas, por lo que no podríamos acceder a Linux.
Desde Linux sí que se puede acceder a particiones de Windows, y poder ver, copiar, pegar y modificar sus archivos, pero al contrario no se puede.
En temas de customización, es inmenso ya que podemos adaptar la distribución a nuestro gusto y configurarla tan cual queremos, cambiando el menú de sitio, cambiando los iconos, cambiando las preferencias fácilmente.
El tema es bastante amplio y se puede hablar mucho de ello, pero lo mejor es probarlo por uno mismo y decidir. Como hemos hablado anteriormente, se puede probar sin instalar a través de un DVD o de un USB, y decidir qué distribución nos gusta más, cosa que en Windows no podemos hacer, ya que debemos de pagar primero el sistema y luego instalarlo por completo.